Echarse sustancias repulsivas
El método casero por excelencia es el de frotar las uñas con ajo o guindilla , estos dos productos pueden generar una repugnancia extrema que genere el fin del problema. Aunque también se puede probar con un inicio basado en el acto de pintarse las uñas. El buen aspecto y la apariencia obtenidas pueden debilitar las ganas de romper esa nueva imagen. Si esto no sirviese, puede optarse por acudir a una farmacia en busca de unos esmaltes especiales que tienen un sabor excesivamente repulsivo. Este sabor puede hacer que el infractor no vuelva a cometer el mismo error que acostumbra. Sin embargo, hay personas que tienen una obsesión mayor a cualquier desagrado.