LA HISTORIA DE PABLO ESCOBAR, DE CONGRESISTA A DELINCUENTE Nº1 DEL MUNDO

El conocido Pablo Emilio Escobar Gaviria nació a finales de 1949 en la localidad colombiana de Río Negro, en una familia que se dedicaba a la agricultura y ganadería, siendo el tercero de 7 hermanos.

A pesar de ser una persona que siempre pregonaba unos orígenes humildes y con dificultades, nada más lejos de la realidad, ya que su padre era un empresario agricultor que a su muerte dejó a la familia una inmensa fortuna. Nada en comparación con la que el propio Pablo conseguiría amasar con el tráfico de estupefacientes, llegando incluso a ser considerado por la revista Forbes como una de las diez personas más ricas del mundo entre los años 1987 y 1993 ininterrumpidamente.

Ya en el colegio, comenzó a mostrar una habilidad especial para los negocios, junto con su primo Gustavo Gaviria. Montaron una “pequeña empresa”, que abarcaba desde el intercambio de comics a la venta de exámenes, llegando incluso a prestar dinero, que luego recuperaban con intereses.

Tras licenciarse en la educación secundaria, se matriculó en la Universidad Autónoma de Medellín, en la facultad de Económicas, sin llegar a graduarse, abandonando los estudios para dedicarse a negocios de contrabando de coches.

Posteriormente descubrió el lucrativo negocio que se escondía detrás del tráfico de estupefacientes.

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Comenzó primero siendo el intermediario que compraba la pasta de la coca en Bolivia, Perú e indígenas de la selva colombiana, para después revendérsela a los capos del negocio. Capos a los que poco a poco iría eliminando del negocio, bien consiguiendo que comenzasen a trabajar para él o bien quitándolos de la circulación, para terminar, siendo el jefe del negocio y creando el famoso “Cartel de Medellín”, que controlaba desde la producción en los laboratorios ocultos y diseminados por la selva hasta el transporte y la distribución del producto final, convirtiéndose Escobar en el mayor exportador de cocaína a los Estados Unidos.

A finales de la década de los 70 y comienzos de los 80, Escobar comprendió que necesitaba crear una imagen suya de cara al pueblo colombiano que le alejara del estigma de hombre peligroso y que atentaba contra la salud pública.

Emprendió entonces una campaña de donaciones al pueblo a través de las cuales construía campos de fútbol, iglesias, llegando incluso a construir un barrio entero en Medellín para dar hogar a las personas con menos recursos de la ciudad. Todas estas acciones le valieron el sobrenombre de “Robín Hood Paisa”.

Elegido finalmente como suplente al senado colombiano, todo su esfuerzo se vino abajo cuando el periódico “El Espectador” publicó una serie de artículos, firmados por su director, en los que mostraba los negocios que se encontraban tras la figura de Escobar y de donde procedía el dinero empleado posteriormente en las obras de caridad que con tanto bombo y platillo se encargaba de promocionar. Paralelamente, el ministro de Justicia de la época, Rodrigo Lara Bonilla, le acusa públicamente de ser el mayor narcotraficante colombiano, lo que deriva en la pérdida de su escaño político y la obligación de pasar a la clandestinidad.

Curiosamente, tanto el ministro como el director del periódico fueron brutalmente asesinados meses después.

Tras perder su inmunidad política, Escobar impuso en Colombia la ley de “Plata o Plomo”, la cual daba dos opciones: o se aceptaba dinero de sobornos para darle margen de maniobra a sus actividades (plata) o en el momento más inesperado te cosían a balazos en medio de la calle (plomo).

Esta situación de violencia se tornó de lo más grave cuando en 1989, el presidente colombiano aprueba ley de extradición de narcotraficantes a Estados Unidos, tras lo que Escobar y el Cartel de Medellín declaran la guerra total al gobierno, dejando tras de sí un saldo de 657 víctimas, entre tiroteos y coches bomba con los que asoló el país.

En 1991, el gobierno decide reformar la constitución y derogar de nuevo la ley de extradición, tras lo que Escobar decide entregarse para rendir cuentas con la ley, con el condicionante de ser encarcelado en “La Catedral”, una cárcel llena de lujos  que él mismo se había construido en su hacienda “Nápoles”.

Posteriormente, se pudo comprobar que, tras las rejas de su mansión, continuaba dirigiendo su emporio delictivo, por lo que se decide detenerle para proceder con su extradición al país norteamericano. Gracias a su red de sobornos y amenazas, Escobar consigue enterarse de las intenciones del presidente del país y se fuga por una de las múltiples rutas de huida con las que había diseñado su prisión, reactivando su guerra contra el estado, que contraataco creando lo que se denominó como “Bloque de búsqueda”, formado por los mejores activos del ejército colombiano en colaboración con la “Agencia Estatal Antidroga” (DEA) estadounidense.

Comenzó así una persecución que terminó con la muerte de Pablo Emilio Escobar Gaviria, abatido a tiros el 2 de diciembre de 1993 en los tejados de una barriada de Medellín.